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ACERO Y PLATA DE LUNA

Mike Blackness. Fragmento nº 4. El último gran golpe del Holandés

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Como aún nos queda tiempo antes de que deje de freírte con esta miserable arma que, desde mi punto de vista, carece completamente de dignidad, al menos, voy a intentar mantenerte entretenido. Te contaré una historia que, básicamente, trata de cómo he conseguido capturarte. Los dos somos profesionales, aunque en bandos diferentes, así que estoy seguro de que valorarás en su justa medida la estrategia que he seguido para capturarte en primera instancia y para hacerlo sin llegar al extremo de matarte. En realidad, soy un gran admirador tuyo. Eres un fino estilista y algunos de tus robos han sido memorables. Sé apreciar la precisión, la rapidez de ejecución y la sencillez y elegancia de tus atracos, eres un auténtico crack, no hay duda, aunque, claro, ese par de brillantes bellezas nacaradas que utilizas, dijo Mike señalando las dos pistolas automáticas que seguían en el suelo entre él y el Holandés, son un buen reforzador de actitudes, ya me entiendes. Por otra parte, hay que reconocer que como dimensional tenías muchas ventajas con respecto a la gente normal, grandes capacidades que, joder, ya podías haber utilizado para hacer algo de provecho, alguna cosa por los demás, en vez de pasarte la vida autocomplaciéndote y dedicándote a comprar las chorradas más lujosas y estúpidas que has podido encontrar. Ya ves de qué te ha servido toda esa mierda. Puto materialismo que nos rodea. Esta sociedad me tiene asqueado, te lo digo de verdad. Tengo muy poca confianza en la raza humana. Me veo obligado a beber hasta reventar para aguantaros a vosotros y para soportarme a mí mismo.

Pero esa es otra historia.

Nunca has matado a nadie, continuó Mike con su monólogo, el Holandés no iba a interrumpirle, eso estaba claro. Y te respeto por ello. Y es por esa razón que aún continúas con vida. He de confesarte que mis órdenes eran capturarte vivo o muerto aunque preferiblemente vivo, pero en esa misma orden se especificaba que en el caso de riesgo de fuga debía acabar con tu vida sin dudarlo. Como estoy harto de matar a gente y me tomo muy en serio mi trabajo, tuve que estudiar a fondo tu expediente y me empapelé todo lo que había en la red acerca de tus grandes golpes, buscando algo a lo que agarrarme, alguna cosa que me diera la opción de atraparte. Y, lamentablemente para ti, la encontré.

Como tantas veces en la vida, nuestras mayores virtudes son también nuestros mayores defectos. Después de repasar tus atracos, uno por uno, de estudiar minuciosamente tu modus operandi, de intentar meterme en tu cabecita, llegué a algunas conclusiones muy interesantes, de hecho, vitales para tu captura. Es cierto que robas por dinero, para comprarte lujosos juguetes y mantener ese fabuloso tren de vida que llevas, pero no me engañas. Con tus extraordinarias capacidades podías haber triunfado al otro lado de la ley. La auténtica verdad es que te encanta robar, te vuelve loco atracar bancos.

¿¡Pero quién coño roba bancos hoy en día!?

Estamos en la edad de oro de internet, del pago con tarjeta de crédito, con móvil; ¡han inventado hasta el Bitcoin! ¡Macho, entérate ya! ¡Pero si ya no quedan oficinas bancarias, las han cerrado casi todas! Sólo tú te dedicas a robar bancos, ¡te has convertido en un auténtico anacronismo! Y lo haces para deleitarte con la cara de perplejidad de la gente, oler el miedo de esos pobres cajeros y de esos clientes anónimos que se ven atrapados en ese espacio-tiempo que tienes tan bien calculado. Sé perfectamente que te pone cachondo elaborar estrategias y llevarlas a cabo sin desviarte ni un milímetro. Sí, lo sé, eres un perfeccionista. Todo tiene que salir según lo previsto, tal como lo has diseñado, planeado, etc. Eres un maniático. Y muy testarudo, más terco que una mula.

Por eso lo supe.

En tu expediente, en la red, en los periódicos, en todas partes siempre se remarcaba que habías triunfado, que todos tus atracos habían sido un éxito, que te habías salido con la tuya en todas las ocasiones. En todas las ocasiones menos en una, Holandés. Intentaste robar un banco, ¡este banco!, cinco años atrás y no lo conseguiste. De repente, se hizo la luz. Lo vi claro. Tan claro como te estoy viendo ahora, brillando en esta semioscuridad. Tu intención era volver a intentarlo.

¡Ibas a volver a atracar el mismo banco!

Pero en ese momento tan sólo tenía a mi favor mi poderosa intuición basada, eso sí, en el estudio que había realizado de tu personalidad y de tu historial delictivo. Todo me lo confirmaba: tu testarudez, tu manía perfeccionista, tus ansias de demostrar que eras el mejor. Sí, tu ego te traicionó. No podías permitir esa mancha en tu currículum. No lo podías soportar. Tenías que volver y triunfar aquí también. No había opción.

Cada uno es como es.

Llegado a este punto de mi investigación, una vez desvelado el dónde y el porqué, la cuestión que quedaba pendiente era el cuándo. Y eso, mi querido amigo, eso fue lo más fácil. Enseguida detecté el envío de dinero proveniente del casino previsto para hoy y la intuición se convirtió en certeza.

Y aquí estamos tú y yo.

Y estamos unidos por este rayo de electricidad que tanto te está martirizando. Aunque, en realidad, no sé qué castigo es peor, la electricidad o el rollazo que te acabo de largar sin piedad. Perdona mi verborrea, pero es que pocas veces tengo la ocasión de explicar a mis detenidos cómo he llegado hasta ellos, de vanagloriarme, de pavonearme si quieres. Nuestra relación suele acabar fatal: el cadáver de un puto asesino dimensional, retirado para siempre del Multiverso y yo, mirándolo, asqueado, agotado, vacío. Y ya te lo he dicho, pero te lo volveré a decir, aún no ha llegado el momento de hablar con los muertos.

Y no se te ocurra pensar ni por un momento que toda esta electricidad con la que te estoy chamuscando las pelotas es algo gratuito. Era la única alternativa que he encontrado a meterte un balazo en la cabeza. Hace tan sólo tres horas que me adjudicaron tu captura y me pasaron tu expediente y he contado exclusivamente con ese tiempo para atraparte. No es que quisiera batir ningún récord, es lo que hay.

Aquí siempre se trabaja bajo presión.

Y, ¿sabes lo qué me he encontrado al estudiar a fondo tu vida y tu obra? Pues una serie de hechos comprobados y la escasa probabilidad de que se dieran todos a la vez y durante un periodo de tiempo extraordinariamente prolongado como son tu imbatible racha de éxitos, la precisión absoluta en casi todos tus golpes, la ausencia de errores, la nula aparición de imprevistos, el hecho de que nunca te hayan herido y que jamás te hayas visto obligado a disparar esas preciosidades tuyas anacaradas contra ningún inocente, que la policía no se haya presentado ni una sola vez a tiempo para pillarte o como mínimo para ponerte en aprietos, etc., etc., etc. Todo ello y, por supuesto, mi experiencia previa con todo tipo de dimensionales, me ha llevado a pensar que tienes una capacidad dimensional fuera de lo común. De alguna manera, tienes la facultad de cambiar de universo a voluntad.

Y estoy razonablemente seguro de que esos universos son prácticamente idénticos o consecutivos o algo así, y lo mejor de todo, ya que sin ello lo demás no te sirve para nada, es que con cada salto de universo que das, consigues ganar algo de tiempo. Casi con toda seguridad se trata tan sólo de algunos segundos, pero, en cualquier caso, más que suficiente para garantizar el éxito en cualquier cosa que te propongas.

Resumiendo, siempre tienes una segunda oportunidad para enderezar las cosas, para cambiar algo que no ha funcionado, para fulminar la bendita casualidad, para eliminar el maravilloso azar de la ecuación. Vamos, que puedes reescribir tu historia a cada paso que das. Y gozas de una tercera oportunidad, y de una cuarta, una quinta...

¡Eres un auténtico fuera de serie!

Y en vez de dedicarte a ser, yo que sé, Presidente de los Estados Unidos, Papa de Roma o Superman te has contentado con ser un atracador de puta madre.

¡Olé tus huevos!

Lo que yo tengo que soportar en este mundo dimensional no lo sabe nadie. No sé qué es peor, enterarme de la existencia de personajes como tú o enfrentarme con los psicópatas y asesinos con los que desgraciadamente tengo que bregar tan a menudo.

Y, como podrás suponer, esta descarga eléctrica, con la que llevo embadurnando todo tu ser desde hace casi diez minutos, no tiene como fin torturarte por ser un chico malo y haber desaprovechado las infinitas posibilidades que te ha brindado la vida. Ni es un preludio del infierno que te espera, ya que es muy posible que te encierren para siempre y dudo que haya algo que te aterrorice más que pasar el resto de tu vida en la cárcel.

No tiene nada que ver con eso.

Sencillamente, era la única manera que se me ha ocurrido para evitar que saltaras de universo en universo y te dieras a la fuga. Algo tan sencillo como hacerte perder el conocimiento, dándote un buen porrazo, no era una opción. Quién me dice que al despertarte lo haces como cualquier dimensional del montón en un nuevo universo, libre como un pájaro, encarcelado en este universo y tan campante en los demás para seguir con tu carrera delictiva. Olvídalo.

Antes te pego un tiro.

Después de exprimirme mucho el cerebro llegué a la conclusión de que debía mantenerte despierto pero sin la capacidad de actuar. Que no pudieras tomar siquiera la decisión de cambiar de universo y huir. Y entonces surgió la idea de la electricidad.

Ya ves, se me encendió la bombilla. Me pasa a veces.

Es una putada para ti, pero reconoce que es una idea brillante. Vale, es doloroso de cojones pero te mantiene el suficiente tiempo despierto y sin poder escapar. ¿Cuánto tiempo? Ah, eso era lo complicado y seguramente te he hecho sufrir más de lo necesario. Pero es que no me podía arriesgar. Decidí que con diez minutos era tiempo más que suficiente para que se cerrasen todas las ventanas y no tuvieras la más mínima ocasión de enlazar saltos dimensionales hasta poder escapar de esta realidad, de este banco, de mí.

Ya está. Se acabó. Finito, dijo Mike, desconectando la pistola eléctrica. Diez minutos justos, tal como te dije, Holandés. Soy hombre de palabra.

 
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Mis películas preferidas

  1. Sin perdón de Clint Eastwood
  2. Blade Runner de Ridley Scott
  3. Pulp Fiction de Quentin Tarantino
  4. Kill Bill de Quentin Tarantino
  5. Django desencadenado de Quentin Tarantino
  6. Matrix de los hermanos Wachowski
  7. Doce hombres sin piedad de Sidney Lumet.
  8. Drive de Nicolas Winding Refn
  9. Magnolia de Paul Thomas Anderson
  10. Gattaca de Andrew Niccol
  11. Casablanca de Michael Curtiz
  12. El Padrino de Francis Ford Coppola
  13. Uno de los nuestros de Martin Scorsese
  14. Salvar al soldado Ryan de Steven Spielberg
  15. Stoker de Park Chan-Wook
  16. La gata sobre el tejado de zinc de Richard Brooks
  17. Birdman de Alejandro González Iñárritu
  18. Una canción del pasado de Shainee Gabel
  19. La vida es bella de Roberto Benigni
  20. Un hombre soltero de Tom Ford
  21. Tiempos Modernos de Charles Chaplin
  22. Memento de Christopher Nolan
  23. Candilejas de Charles Chaplin
  24. Mientras nieva sobre los cedros de Scott Hicks
  25. Alta fidelidad de Stephen Frears
  26. Thelma y Louise de Ridley Scott
  27. Amor a quemarropa de Tony Scott
  28. Mulholland Drive de David Lynch
  29. El gran Lebowski de los hermanos Cohen
  30. Watchmen de Zak Snyder
  31. Apocalypto de Mel Gibson
  32. Tropic Thunder de Ben Stiller
  33. Madre de Darren Aronofsky
  34. La vida secreta de Walter Mitty de Ben Stiller

"Todas las familias felices se parecen unas a otras, cada familia desdichada lo es a su manera"

Ana Karenina León Tolstói

"Está bien ser uno mismo, pero sin exagerar"

Shinzaemon Shimada, samurai del film 13 asesinos de Takashi Miike

"La felicidad no es una estación término, es una manera de viajar"

Margaret Lee Runbeck

“He sido un hombre afortunado: Nada en la vida me fue fácil”

Sigmund Freud

"De Ezequiel 25:17. El camino del hombre recto está por todos lados rodeado por las injusticias de los egoístas y la tiranía de los hombres malos. Bendito sea aquel pastor que, en nombre de la caridad y de la buena voluntad, saque a los débiles del valle de la oscuridad porque él es auténtico guardián de su hermano y el descubridor de los niños perdidos. ¡Y os aseguro que vendré a castigar con gran venganza y furiosa cólera a aquellos que pretendan envenenar y destruir a mis hermanos! ¡Y tú sabrás que mi nombre es Yahveh cuando caiga mi venganza sobre ti!"

Jules Winnfield (Samuel L. Jackson) Pulp Fiction

No he podido evitar ponerlo en el blog, me encanta. En una ocasión, cuando trabajaba de fotógrafo, le estaba haciendo una sesión a un muchacho y no se me ocurre otra cosa que ponerme allí en medio del parque a recitarle el texto de memoria. Todavía me acuerdo de la cara de perplejidad del chaval. No sé que pensó de mí. Nada bueno seguro.

Claro, el chico se llamaba Yahveh, por eso le monté el show. Gracias hermanita! Qué memoria!

"Escribir es una maldición que salva. Es una maldición porque obliga y arrastra, como un vicio penoso del cual es imposible librarse. Y es una salvación porque salva el día que se vive y que nunca se entiende a menos que se escriba.
¿El proceso de escribir es difícil? Es como llamar difícil al modo extremadamente prolijo y natural con que es hecha una flor.

No puedo escribir mientras estoy ansiosa, porque hago todo lo posible para que las horas pasen. Escribir es prolongar el tiempo, dividirlo en partículas de segundos, dando a cada una de ellas una vida insustituible.

Escribir es usar la palabra como carnada, para pescar lo que no es palabra. Cuando esa no-palabra, la entrelínea, muerde la carnada, algo se escribió. Una vez que se pescó la entrelínea, con alivio se puede echar afuera la palabra."

Clarice Lispector

"La auténtica patria del ser humano es el lenguaje"

Wilhem v. Humboldt

Ama tu ritmo y rima tus acciones
bajo su ley, así como tus versos;
eres un universo de universos
y tu alma una fuente de canciones.

La celeste unidad que presupones
hará brotar en ti mundos diversos,
y al resonar tus números dispersos
pitagoriza en tus constelaciones.

Escucha la retórica divina
del pájaro del aire y la nocturna
irradiación geométrica adivina;

mata la indiferencia taciturna
y engarza perla y perla cristalina
en donde la verdad vuelca su urna.

Ama tu ritmo..., Rubén Darío

Sobre la nieve se oye resbalar la noche.

La canción caía de los árboles,
y tras la niebla daban voces.

De una mirada encendí mi cigarro.

Cada vez que abro los labios
inundo de nubes el vacío.
En el puerto,
los mástiles están llenos de nidos,
y el viento
gime entre las alas de los pájaros.

LAS OLAS MECEN EL NAVÍO MUERTO

Yo en la orilla silbando,
miro la estrella que humea entre mis dedos.

Noche, Vicente Huidobro

Mis pasos en esta calle
Resuenan
En otra calle
Donde
Oigo mis pasos
Pasar en esta calle
Donde
Sólo es real la niebla.

Aquí, Octavio Paz

El corazón del pájaro
El corazón que brilla en el pájaro
El corazón de la noche
La noche del pájaro
El pájaro del corazón de la noche

Si la noche cantara en el pájaro
En el pájaro olvidado en el cielo
El cielo perdido en la noche
Te diría lo que hay en el corazón que bulle en el pájaro

La noche perdida en el cielo
El cielo perdido en el pájaro
El pájaro perdido en el olvido del pájaro
La noche perdida en la noche
El cielo perdido en el cielo

Pero el corazón es el corazón del corazón
Y habla por la boca del corazón

En, Vicente Huidobro

El diamante de una estrella
ha rayado el hondo cielo,
pájaro de luz que quiere
escapar del universo
y huye del enorme nido
donde estaba prisionero
sin saber que lleva atada
una cadena en el cuello.

Cazadores extrahumanos
están cazando luceros,
cisnes de plata maciza
en el agua del silencio.

Fragmento de El diamante
Federico García Lorca

Días y noches te he buscado
Sin encontrar el sitio en donde cantas.
Te he buscado por el tiempo arriba y por el río abajo.
Te has perdido entre las lágrimas.

Noches y noches te he buscado
Sin encontrar el sitio en donde lloras
Porque yo sé que estás llorando.
Me basta con mirarme en un espejo
Para saber que estás llorando y me has llorado.

Sólo tú salvas el llanto
Y de mendigo oscuro
Lo haces rey coronado por tu mano.

Poemas póstumos 3, Vicente Huidobro

Altazor ¿por qué perdiste tu primera serenidad?
¿Qué ángel malo se paró en la puerta de tu sonrisa
Con la espada en la mano?
¿Quién sembró la angustia en las llanuras de tus ojos como el adorno de un dios?
¿Por qué un día de repente sentiste el terror de ser?
Y esa voz que te gritó vives y no te ves vivir
¿Quién hizo converger tus pensamientos al cruce de todos los vientos del dolor?
Se rompió el diamante de tus sueños en un mar de estupor
Estás perdido Altazor
Solo en medio del universo
Solo como una nota que florece en las alturas del vacío
No hay bien no hay mal ni verdad ni orden ni belleza
¿En dónde estás Altazor?

Fragmento del Canto I de Altazor, Vicente Huidobro

Dices que repito
algo que he dicho antes. Lo volveré a decir.
¿Lo volveré a decir? Para llegar allí,
para llegar donde estás, para llegar desde donde no estás,
tienes que ir por un camino donde no hay éxtasis.
Para llegar a lo que no sabes
tienes que ir por un camino que es el camino de la ignorancia.
Para poseer lo que no posees
tienes que ir por el camino del desposeimiento.
Para llegar a lo que no eres
tienes que ir por el camino en que no eres.
Y lo que no sabes es lo único que sabes
y lo que posees es lo que no posees
y donde estás es donde no estás.

Fragmento III del poema "East Coker", de los «Cuatro cuartetos» (Versión de José María Valverde) T. S. Eliot

"Todo crítico, ay, es el triste final de algo que empezó como sabor, como delicia de morder y mascar"

Cortázar

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