Me gusta, que digo, adoro el arte en cualquiera de sus expresiones. Ser capaz de hacer arte o de saber apreciarlo y disfrutar de él es una de las características que más definen al ser humano y lo distinguen del resto de las especies. Todo ese torrente de sensaciones, emociones, fantasías y deseos que se puede sentir al ver, tocar, leer o escuchar una obra de arte, te puede colmar de felicidad y compensar los sufrimientos y sinsabores que sientes desde que pisas por primera vez este mundo.
Siento un respeto casi reverencial por la figura del artista. En cambio no siento el mismo respeto por el crítico. Prefiero al artista más modesto con su pequeña obra incipiente y original a mil analistas sesudos, académicos, prepotentes, deseosos de mostrar cuanto saben, etc, etc. Sí, lo sé lo sé, estoy generalizando terriblemente y sé que el crítico cumple una función social y bla bla bla. Pero estoy harto de leer críticas que destrozan cualquier obra y la tildan de poco menos que basura y luego te llega a ti y piensas “chico, pues no estaba tan mal”. Hay que respetar todas las opiniones … pero no soporto cuando viene un señor, coge una película que yo considero una obra maestra, y empieza a despedazarla y a quitarle el aura que la rodea. Por todo esto me he dicho “vamos a compensar un poco las cosas y darle al césar lo que es del césar”. Ayer volví a ver Un hombre soltero de Tom Ford y… disfruté.