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ACERO Y PLATA DE LUNA

Mis relatos Mike Blackness. Fragmento nº 6. La señora Azul, el Sapo y el pequeño Butch

Mike Blackness. Fragmento nº 6. La señora Azul, el Sapo y el pequeño Butch

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Vidas cruzadas.

En este mundo todo está interrelacionado. Cuando la señora Azul por fin se despierta, el pequeño Butch ya hace rato que está haciendo de las suyas.

Están en el mismo universo.

El Sapo, por su parte, se dispone a echar una cabezada, es, lo que se dice, un animal nocturno. A él no le hables de madrugar, se va a dormir cuando la gente normal se levanta.

Pero, claro, ¿quién es normal?

El Sapo no, desde luego. Cuando se despierte, dentro de un rato, lo hará en otro universo.

Precisamente en el mismo universo donde la señora Azul acaba de incorporarse de la cama. La señora Azul, en realidad, no se llama así, tiene un nombre de lo más corriente, tanto, que nadie se acuerda nunca de él. Y optan por lo fácil, por llamarle la señora Azul.

Porque es azul.

A ver, no es que sea azul, no se trata de una mutante. Es un poco azul. Tiene algo raro en la piel, un tono azulado, y todo el mundo le llama la señora Azul.

Ella ya se ha acostumbrado.

Ha llegado un momento que hasta le gusta.

Hace mucho tiempo ya que no responde por su antiguo nombre. Siempre se presenta como la señora Azul.

A pesar de que, un poco más arriba, la señora Azul y el pequeño Butch aparecen en la misma frase, en realidad no se conocen de nada. Al menos, de momento. Más tarde, quién sabe. Lo importante no es como empiezan las cosas, sino como acaban.

Con el pequeño Butch ocurre algo totalmente distinto. Todo el mundo le llama el pequeño Butch, eso es cierto.

Pero, de pequeño, nada.

De hecho, es un grandullón. Un gigante. Lo que ocurre es que era el quinto hijo de un matrimonio de profesores de instituto de Boston, que nació un poco a destiempo. De rebote. Vamos, que no le esperaban. Y sus hermanos, en realidad, sus cuatro hermanas, eran mucho mayores que él. Y, para ellas, que lo adoraban, siempre fue el pequeño Butch. Sus padres también acabaron llamándole así, y en el colegio la tradición continuó. Para cuando llegó a secundaria, todo el mundo le llamaba el pequeño Butch, aunque les sacara un palmo de alto y de ancho a todos los demás chicos. Él nunca se lo tomaba a mal. Teniendo en cuenta que era un coloso, la cosa tenía su gracia. Cuando los amigos le presentaban a las chicas como el pequeño Butch, ellas flipaban.

Era una manera de romper el hielo.

De todas maneras, el pequeño Butch tenía otras cosas de las que preocuparse.

De no volverse loco, por ejemplo.

Hay algo que tienen en común la señora Azul, el Sapo y el pequeño Butch, y es que los tres son, obviamente, dimensionales. Si nos pusiéramos a buscar, seguro que encontraríamos muchas más cosas en las que son coincidentes, por ejemplo que los tres viven en Nueva York, que votan al mismo partido político o que pertenecen al reino de los vivos, pero son detalles que, en este momento, son irrelevantes. También podríamos hacer notar que a los tres les afectó poderosamente el estrechamiento del Multiverso que se produjo hace una década.

Eso es relevante.

Como a tantos otros dimensionales, la Singularidad les cambió la vida y les llevó por unos caminos que, quizás, no eran los previstos inicialmente por ellos.

La vida da tantas vueltas.

 
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"Todo crítico, ay, es el triste final de algo que empezó como sabor, como delicia de morder y mascar"

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