Mi pintora predilecta, Vivian Leila Campillo, lo ha vuelto a hacer. Se ha superado a sí misma y nos ha presentado un Jesucristo supermán crucificado. Al margen de la brillantísima idea, perfectamente explicada y defendida en el texto que acompaña al cuadro y que podéis leer en su página web: www.vivianleilacampillo.com, me ha alucinado la calidad extraordinaria del lienzo, la magistral ejecución técnica del óleo por veladuras. Si bien esta técnica ya se utilizó con profusión en el Renacimiento y se ha seguido empleando con posterioridad, la dificultad que entraña y el tiempo necesario para dar a cada obra un acabado perfecto hace que, en la actualidad, la gran mayoría de autores del Surrealismo Pop se decanten por técnicas más sencillas y más rápidas. Pero yo, al observar una pintura, valoro tanto la idea y su belleza como el esfuerzo y la dificultad de ejecución. Es digno de admirar el logrado volumen del cuerpo del personaje, que a duras penas se puede apreciar en la fotografía, pero que viendo el óleo al natural se puede valorar en toda su dimensión. Esta maravillosa obra me ha encandilado por ese color rojo tan espectacular y característico de la pintora que junto con el azul del traje y el brillante amarillo de las velas de la parte inferior, dotan al cuadro de una belleza insuperable y le proporcionan una luz de la que carecían aquellas pinturas antiguas.