Si hablamos de pintura, lo mío es el Impresionismo y el Postimpresionismo. Monet, Manet, Cézanne, Renoir, Gauguin, Degas. Me he pasado mil horas delante de sus cuadros en mil museos y estudiándolos en mil libros. Y entre todos ellos mi pintor preferido es Van Gogh. Siento auténtica devoción por su obra. ¿Qué entiendo por devoción? Pues recorrerme todos los museos del mundo donde sé que hay obras de Van Gogh: Londres, París, Madrid, Ámsterdam, Nueva York, Filadelfia, Washington ... O coger un avión Barcelona-Madrid ida y vuelta el mismo día para ver una exposición dedicada al pintor en el Prado. Hablo de ir a Ámsterdam, para ir al Museo Van Gogh y estar allí horas y horas. ¿Qué más? Pues levantarte muy temprano en Paris, para ser los primeros en la cola de entrada al museo D’Orsay y cuando abren las puertas ir corriendo, literalmente, a la sala Van Gogh para estar a solas, al menos media hora, con la obra del genial pintor. Un freaky total. Pero ahora no pensaba hablar de Van Gogh, ni tampoco de mi otro pintor preferido, Dalí.
La verdad es que desde que dejamos atrás en las primeras décadas del siglo veinte el expresionismo, el surrealismo, y el cubismo y nos metimos de lleno en el arte abstracto, no he vuelto a encontrar algo que me inspire realmente. No me gusta Miró, no me gusta Tàpies, no sé, el arte abstracto no me llena. Por supuesto hay excepciones, alguna obra de Jackson Pollock, alguna de Mark Rothko, algo de Kandinsky. Quizás es que no entiendo bien el arte abstracto o quizás es que necesite algo más que líneas y colores entremezclados, quizás me gustaría que me explicasen algo, algo que me emocione, que me transmita sensaciones, o quizás algo más … humano. Tal vez sea eso. He vivido muchos años en la calle de Barcelona donde están la mayoría de las galerías de arte de la ciudad y cada día de camino al trabajo he visto una de cosas raras que reciben el nombre de arte, que ya no entiendo nada. Aún soy joven y creo que tengo tiempo para intentar entender ciertas obras contemporáneas. Aunque por otra parte tampoco es plan de comulgar con ruedas de molino, porque he visto cada mamarrachada en algunos museos de arte moderno y muchas subvencionadas por administraciones, que parecía más bien una burla que otra cosa
Pero bueno, empecé a escribir este artículo para dar a conocer brevemente una corriente artística que durante muchos años se ha considerado como arte menor, más próximo a las ilustraciones o al cómic y que a partir de los años 90 ha adquirido algo más de relevancia, el Surrealismo Pop. También llamado Lowbrow, es un movimiento underground de arte visual cuyos orígenes se remontan a los años 50 y 60, en California. Os voy a dejar un par de links donde explican muy bien este movimiento, sus orígenes y artistas más destacados para quien esté interesado o para quien quiera profundizar: Wikipedia, Séptimovicio.com. El surrealismo pop es muy heterogéneo y a mí sólo me gustan algunos autores. Os dejo los links a sus sitios web: Mark Ryden, Robert Williams y el link y una imagen de obra reciente de una joven pero prometedora artista, Vivian Leila Campillo: